Recientemente se ha conocido la noticia del desarrollo por parte de Google de las llamadas Google Glass, unas gafas con un dispositivo en la lente del ojo derecho que nos permiten grabar, hacer fotos, compartir momentos, ver información tipo GPS o datos sobre edificios con solo tocar la patilla derecha de la gafa o explicar que deseamos hacer mediante comandos de voz. Las gafas cuentan con sistema operativo Android 4.0 Ice Cream Sandwich, tiene unos 12 GB de memoria interna, así como una cámara de 5 megapíxeles, con capacidad de grabar en 720p HD. Su fecha de lanzamiento, aunque aún está por determinar, se estima que será para finales de año, y su precio superará los 1000€.
Bajo mi punto de vista, el uso de estas gafas aún es algo futurista, y que de momento será poco aceptado por la sociedad, tanto por su alto precio como por su poca utilidad. Eric Schmidt, presidente de Google, ha admitido que estas gafas no son apropiadas para todos los lugares, ya que en muchas ocasiones se puede invadir la intimidad de los ciudadanos, lo que nos lleva al caso de un bar en Seattle en el que se ha prohibido ya el uso de estas gafas.
¿Realmente tendrán futuro estas gafas? ¿Las consideráis útiles?
Realmente no considero estas gafas un verdadero descubrimiento tecnológico, sino la simple y obvia evolución de la nanotecnología. Al no solucionar ningún problema acuciante del usuario, simplemente mejorando la accesibilidad que este tiene al mismo tipo de servicios (fotos, grabaciones) dependerá plenamente en el hecho de que tenga una buena publicidad, si se vende o no.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, no nos solucionan ningún problema. Pero tampoco se solucionó ninguno con el desarrollo de la aplicación What'sApp, ya que teníamos otras formas de comunicarnos que hasta el momento nos parecían idóneas, y ahora no podemos vivir sin esta aplicación en nuestros terminales.
EliminarSigo pensando que estas gafas lo único que harán es engancharnos aún más a vivir conectados, y aún no está muy bien establecido el límite entre vivir conectado y vivir expuesto.
¿Nos acabará gobernando la tecnología?